En 1862, dentro de su viaje por Andalucía, la Reina Isabel II visita Málaga. Tanto el Obispado como el Cabildo mantienen la esperanza de que la Reina impulse de nuevo la idea de concluir el templo. El día 17 de octubre a las 11 de la mañana Isabel entra al templo mientras se producen numerosos gritos a favor de la Corona. El deseo de concluir las obras está siempre presente en la labor del Obispo de la época, Juan Nepomuceno Cascallana y Ordóñez, sin embargo, sus intenciones caen en el olvido una vez acabado el viaje real. Los problemas que arrastra la Catedral inacabada no llegan a tener respuesta.