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San Pablo, el gran apóstol de los gentiles

Al lado de la Virgen con el Niño Jesús, se encuentra la figura de san Pablo, portando una espada en su mano derecha y en la izquierda sosteniendo un libro, que simboliza sus cartas.

El libro “El coro de la Catedral de Málaga. Una joya del barroco español”, de Francisco García Mota, ha sido editado por la Fundación Málaga. Disponible en librerías.

Como narra el sacerdote Francisco García Mota en su obra “El coro de la Catedral Basílica de Málaga”: «san Pablo nació en Cilicia, de familia judía, fariseo, se convirtió a Jesús en el año 31 aproximadamente. Fue enemigo de la Iglesia naciente. Se le apareció Jesús cuando iba camino de Damasco para perseguir a los cristianos». Francisco García Mota recurre al “Libro de los Hechos” para narrar lo ocurrido: «De repente le rodeó una gran luz venida del cielo, se cayó del caballo a tierra y oyó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” Él respondió: “¿quién eres, Señor? Yo soy Jesús a quién tú persigues”» (Hch 9, 1-19).

Desde entonces, como recuerda García Mota, san Pablo «fue el gran apóstol de los gentiles. Escribió doce cartas a las distintas comunidades formadas por él. Padeció persecuciones por causa del Evangelio. Murió decapitado en Roma, en el año 67, junto a la Via Patiense (Ad aquas Salvias), a cinco kilómetros de Roma. Sobre sus restos se construyó la Basílica de San Pablo Extramuros. Basílica confiada a los monjes benedictinos desde el siglo VI».

Como explican desde la propia basílica papal: «El llamado “Apóstol de las gentes” no conoció a Jesús durante su vida terrena en Jerusalén o por los caminos de Galilea, como los doce apóstoles. Es el primero que tuvo como experiencia solo la del Resucitado, la misma que tendrán luego todos los cristianos. Fue el emperador Constantino el que mandó realizar excavaciones en los lugares de la cella memoriae donde los cristianos veneraban la memoria del Apóstol San Pablo, decapitado entre el año 65
y el 67, bajo Nerón. Sobre esta tumba, situada en la Via Ostiense, a unos dos kilómetros de la muralla aureliana que rodeaba Roma, mandó levantar una Basílica, que el papa Silvestre consagró en el 324».

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