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CATEDRAL DE MÁLAGA

La Catedral de la Encarnación de Málaga impresiona por su monumentalidad, dimensiones y excepcional elevación.

El resultado de sus distintas etapas constructivas es el de una gran catedral renacentista-barroca con vocación gótica. Presenta una planta de cruz latina compuesta por tres naves de igual altura (41,79 metros), aunque de menos anchura para las laterales. El remate es una cabecera de planta poligonal con girola.

El alzado está formado por la denominada “estructura siloesca”: Sobre un gran basamento se eleva un pilar con medias columnas corintias adosadas que sostienen un entablamento partido, el “dado brunelleschiano”. Encima de este primer cuerpo se dispone un pilar cuadrangular en el que apea el arco de la bóveda. Este sistema permite aumentar la altura de la nave sin distorsionar el canon de los pilares.

A la altura de las pilastras del segundo cuerpo se sitúa una triple arquería de medio punto, lugar por donde la luz penetra en el interior del templo. Encima de las pilastras se ubica un segundo conjunto de ventanas compuesto por una semicircular en el centro y un par de óculos a cada lado. Las naves laterales mantienen una estructura similar.

La luz que inunda el interior del templo se encuentra suavizada por sus vidrieras policromas que, a su vez, proporcionan una mayor belleza estética. La mayoría de las vidrieras actuales son modernas. El método que escogió el Cabildo para abordar su colocación durante los siglos XIX y XX fue la búsqueda de donantes. A partir de 1925 el Cabildo decide hacer un concurso para conceder la ejecución del resto de vidrieras que ganará la Sociedad Maumejean en detrimento de la Casa Mayer, que había venido realizándolas hasta ese momento. La colocación se finalizará tomando como referencia estética la línea seguida en otras catedrales del siglo XVI y ajustándose al programa iconográfico que pone en valor los principios teológicos redencionistas.

Mención aparte merecen sus bóvedas únicas, de gran altitud y excelente decoración. Si bien presentan una unidad, hay que diferenciar entre sus dos etapas constructivas en los siglos XVI y XVIII. En la cabecera, girola y crucero, el asunto ornamental está configurado por un elemento de forma elíptica, cerrado, sobre el que se dispone un largo cuerpo piramidal. El edificio del siglo XVIII sigue el mismo programa decorativo en las cúpulas con una mayor presencia de curvas y molduras. La gran novedad de esta última etapa es la aparición de palmas acuáticas entrelazadas para las pechinas de las cúpulas

Debemos destacar el programa iconográfico de las bóvedas, claramente definido en dos áreas: obra vieja y nueva. En la primera, el discurso se centra en las virtudes teologales y cardinales. La fe y la caridad aparecen en el anteprebisterio, la anunciación, en la cúpula central del crucero. Las virtudes cardinales: Prudencia, templanza, justicia y fortaleza, se ubican en las cúpulas de las antepuertas del crucero.

“ La fe y la caridad aparecen en el anteprebisterio, la anunciación, en la cúpula central del crucero. Las virtudes cardinales: Prudencia, templanza, justicia y fortaleza, se ubican en las cúpulas de las antepuertas del crucero. ”

En la obra nueva del siglo XVIII el programa se establece mediante parejas: en la primera cúpula del coro se sitúan los arcángeles San Miguel y San Rafael, en la segunda cúpula sobre el coro el arcángel San Gabriel y el ángel de la guarda y, en las dos cúpulas del trascoro, lugar donde nos encontramos actualmente, observamos a San José con el niño y Santo Tomás de Aquino en la primera, y San Hermenigildo y San Fernando en la segunda.

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